Estos últimos dos días del fin de semana han sido un tiempo de viajes rápidos y asuntos diversos (entre ellos: los típicos familiares que antes me tuvieron atado a Daimiel y ahora a la más remota, en distancia, Guadalajara; y el más mundanos, pero satisfactorio, de la adquisición en Media Market de un NetBox bastante apañado que espero me acompañe en esos fascinantes viajes que me hago con la caravana a cuestas por la extensa geografía española). Ayer, ciertamente, recorrí medio mundo a través de las extensas amplitudes de la geografía ibérica: sorteando como pude los radares de Rubalcaba y admirando esas anchas autopistas en las que fuí presa del aburrimiento por el miedo cerval a rebasar los 130km/h y un tráfico propio de épocas postnucleares. Ignoro como iría de tráfico la A-31, un sábado, como era, pero lo que es la AP-36 (bastante cara, por cierto) parecía que cruzábamos una devastación humana tipo narración de Stephen King. A 150, el tiempo, el aburrimiento y la modorra hubieran sido menores. Se que esto que digo no es del gusto de los socialistas progres que sueñan con mundos tremendamente tristes y miserables; sí, esa horda de fieles retrógrados que apoyan la medida absurda de los 110km/h en autovía y autopista como límite máximo de velocidad-última ocurrencia de un gobierno incompetente, radical y sin imaginación-con el cuento del ahorro de combustible. De modo que ahora, además de cornutos, apaleados. No sólo pagamos a precio de lingote el litro de combustible, sino que también debemos eternizar nuestros desplazamientos por esos cientos de kms de rectas que esta enorme Castilla de guerreros y transhumantes posee. Me gustó, he de añadir, el comentario de Matias Prats cuando nos comparó con Italia: el mismo parque móvil, más personas, una velocidad máxima en autovía de 150km/h y menor gasto de petróleo. ¿Será por las nucleares y una política energética valiente, eficaz e imaginativa? ¡Sociatas del mundo: pagadnos por favor, solidariamente, esas multas que van a crecer como una epidemia en los depauperados bolsillos de los que nos gusta viajar, o no tenemos más remedio que hacerlo!
Un poco para combatir el estrés producido por la conducción atenta (y algo rápida, por cierto, a pesar del imbécil) a lo largo de un circuito de más de 650km que ventilé en pocas horas alrededor de la todavía capital de este país en tránsito que se llama España, y una sensación muscular y ósea de anquilosamiento ancestral, he salido esta mañana a correr por estas pequeñas pero hermosas tierras de mis paisajes de la costumbre. Con una caída de temperatura brutal con respecto a ayer (llegamos a registrar en el coche unos 21º) he podido incluso refrescar la cabellera con un poco de llovizna. La serie de fotos las he hecho sobre la marcha. Y vais a ver que la temática es simple y llanamente lo que significa el título. Más adelante comentaré los pormenores del viaje y colgaré alguna foto que hice del Guadarrama y de la Sierra de Ayllón, ambas con muchísima nieve...[ ]
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