lunes, 23 de marzo de 2020

LA ÉPOCA DEL CORONAVIRUS (II)

Nos llega una enfermedad terrible (habría que  estudiar por qué se desplaza de Este a Oeste) y sorprende dirigiendo este galeón que es España al peor capitán de los posibles. Como dice Bunbury en una de sus, siempre, elaboradas canciones: "de entro dos o tres siempre elegimos al más subnormal". Yo, por todas las mentiras, traiciones y otras felonías que lleva dichas y hechas desde que se dio a conocer (es bueno ir recordando que lo echaron de su propio partido) sospechaba que era un canalla de altos vuelos. Pero cada día que pasa, cada aparición pública, torpeza o falsedad, esa sospecha se ha ido convirtiendo en certeza. Y para muestra, un botón: ¿Alguien vio el  discurso/mitin  de ayer? No son intervenciones de crisis. Son actuaciones teatrales en honor a la ideología. Una ideología vacua y postmoderna que sólo para mientes en lo superficial, pergeñada en caros despachos ocupados por frikis con la sola intención de embaucar a la gente. Estupefacto, aterrorizado, asisto al espectáculo digno de Almodóvar (que es otro tipo de la farándula socialista financiado a precio de oro por el  contribuyente) de  un presidente del gobierno que habla del queroseno de  los aviones (se está gastando poco), el consumo de hidrocarburos (se contamina mucho menos) y de la fabulosa banda ancha de Internet (nada comparable a la  que tienen otros países -los USA, por ejemplo, donde su uso es mucho más barato) que parece haber inventado el partido Socialista. Sólo le faltó hablar de  las ballenas y la conjunción cósmica universal: no sé: ¿con Maduro? ¿Erdogán? ¿López Obrador el narcotraficante? (Volvemos, qué duda cabe, a ZP. El tipo que empezó todo esto).

         La gente, en cualquier caso, prefiere el teatro a la verdad. Prefiere no hacerse preguntas acerca del confinamiento y aguardar borreguilmente en casa para asomarse de vez en cuando al balcón e insultar al corredor imprudente (y valiente) que sale a hacer su rutina porque las piernas y los pulmones le van a estallar. Yo, después de exponerme en mi trabajo, al virus y las agresiones, en el espacio cerrado por antonomasia que es una cárcel (225 internos y una oficina de 4x4 que comparto con otros 3 o 4 compañeros) establezco mi rutina de salidas. Sí. Lo confieso: oculto el coche bajo un grupo de encinas y salgo por el campo a correr atento a cualquier ruido de vehículo de motor; presto para saltar hacia los matorrales de la orilla y evitar tener la mala suerte de ser multado por romper este arresto domiciliario que el Presidente llama "disciplina social", palabra que detesto.



              Se trata, por otro lado, de la suerte. Quien vive en una ciudad y disfruta de sus innumerables ventajas con respecto  a la vida pueblerina sin estímulos, tiene hoy el hándicap del mayor  control policial y los idiotas que vigilan desde las ventanas, que es otro manera de ejercer la condición de palurdo. CASAS IBÁÑEZ me ofrece la oportunidad de recorrer en coche sólo 4km ó 5km hacia el norte y alcanzar las soledades montuosas del valle del Cabriel. Si añadimos el efecto de la niebla, como me ocurrió ayer, la operación me sale  redonda. Soledad e invisibilidad. En cualquier caso, todo me parece absurdo, digno de una historia tragicómica de ciencia ficción. Pero de serie B de ciencia ficción. Te prohíben salir de casa, te persigue con una dedicación totalitaria la policía, cuya entrega ya quisiéramos para proteger nuestras casas y nuestra integridad, y luego te tienes que abrir paso a codazos en unos supermercados prontamente exquilmados por hordas de vecinos que, de repente, se han convertido en zombis. Muy triste, todo. Comprobamos que ese tan aireado sistema sanitario sin igual en el mundo, hace aguas por todos sus costados. Que no probee de medios y seguridad ni a los propios profesionales. Que te deja morir en casa, o que te entrega los restos de tu padre sin haber podido estar con él en sus últimas y dramáticas horas; hospitales donde estabas ingresado por una operación menor y te mueres por haber contraído el coronavirus... Ese es nuestro endeble sistema. Pura ilusión ideológica. Comentaba a un amigo, fiel seguidor del libro del buen marxista, que este sistema público universal que nos cuesta un ojo de la cara y parte de un riñón -y puede que también hasta un hígado entero- será una bicoca para aquellos tipos que se cuelan ilegalmente, en masa, por las débiles fronteras de nuestro país (que se han presentado aquí por millones desde el Sur o desde el Este). Obtienen una medicina de calidad, muy superior a la de sus países d origen, y gratis total, sin haber contribuido jamás a la hucha pública. Pero, tranquilos, como ideológicamente es obligado seguir en este terreno los dictados de una izquierda sectaria y ciega, yo pago gustoso los  gastos. Mi padre se pregunta por qué a lo largo de medio siglo o  más, empezó a trabajar a los 14, allá por los 50, ha intentado hacer las cosas bien y pagar hasta la última peseta de sus impuestos. En la posguerra pasó hambre. Mis abuelos, los que padecieron una guerra fratricida y después una década de penurias, empezaron a levantar este edificio. No entenderían por qué los que más lo disfrutan o se benefician son precisamente los que jamás levantaron un dedo para construirlo y mantenerlo. Entre tanto, asisto atónito a la terrible imagen de un avión español que vuela hacia Ecuador para recoger a compatriotas aislados y le ponen coches en la pista para que  no aterrice. Espero que tengamos memoria y sepamos retribuir con justicia.

      Y más cosas que vendrán..

      La imagen pintada de tragedia de los enfermos tirados en los pasillos y rezando, si tienen fuerza para ello, por un respirador y una palabra amable, una compañía, una última imagen de sus hijos, da la medida de la enorme falsedad que  esta izquierda de millonarios y trileros nos ha obligado a creer. No es el mejor sistema sanitario del mundo. Con 20.000 enfermos de una población de 47 millones ya estaba colapsado. Con un personal agotado y enfermo, algunos muriendo ya, y desprotegido por una criminal planificación que ha negado la evidencia  desde el primer minuto. No merecemos un gobierno que nos mienta. ¿O sí? 

domingo, 22 de marzo de 2020

LA ÉPOCA DEL CORONAVIRUS

El año 2020 nos ha traído un gobierno de farsantes (peligrosos, nada simpáticos) y una maldición bíblica: una pandemia mundial cuyos efectos  devastadores están por evaluar. La versión conocida es que se ha originado en China a consecuencia de cierta sopa  de murciélago y pangolín a la que son aficionados los habitantes de semejante y criminal imperio. Yo me lo creí al principio. Pero hoy abrigo la certeza de que China, como imperio que es y como herederos en la actualidad de un genocida del jaez de Mao..; abrigo la certeza, digo, que el virus, la pandemia, los fallecidos y hospitales colapsados (y las subsiguientes imágenes de aviones chinos aterrizando en territorio europeo para ofrecernos material y ayuda) son sólo una manera que ha ideado China para mostrarnos su poder. Dentro de nada -lo veréis- obtendrá la vacuna y la ofrecerá gratis: caeremos por siempre jamás en las fatales redes de su economía. Sé que los porgres españoles... (bueno, voy a decir: habitantes progres de Iberia, dado que la palabra ESPAÑA les produce sarpullido) hubieran preferido que todo esta tragedia hubiera sido un invento de TRUMP. Pero, sopa de pangolín o excrecencia de laboratorio, ya nadie discute que ha venido de China. Mientras tanto Europa demuestra que como ente político supranacional no sirve de nada (ya lo vimos con la crisis de los "migrantes" sirios mandados por los carniceros  del ISIS, que hoy están entre nosotros), y aquí en España, los discursos del Presidente Sánchez (Greto Sánchez) hablando ayer del queroseno, netflix e internet (otros días habla de la  disciplina social, palabra que detesto), el  colapso de la supuesta "mejor medicina del mundo" y otras y dispares actuaciones; me demuestran, apunto, que los gobiernos no sirven para nada, si no se trata de la  función exclusiva de multar, esquilmar y joder al ciudadano. Asisto, atónito, en la tele y la vida que hago, a cómo esa legión de borregos amancebados y enclaustrados insultan con expresión asesina a algún corredor solitario que, urbanita por necesidad, alejado del campo y el monte, imposibilitado para desplazarse en vehículo, tiene la necesidad vital de salir a correr y que le dé el aire: única modo posible de no volverse loco y protagonizar un suceso al estilo de alucinante film UN DIA DE FURIA. Esos mismos patanes, acuden luego en masa al supermercado a vaciar las estanterías de papel higiénico, sin mirar con quién se frotan y tosiendo y escupiendo como lo  burros que son.





Y poco más, amigos. Este invierno extraño en el que  a pesar de la temperatura suave (que no cálida) ha nevado dos veces y ha estado nublado casi siempre, tuve ocasión de dar intensos paseos (por la velocidad y la premura de tiempo, generalmente un par de horas por la mañana) y fotografiar el estado de los paisajes que coleccioné como habituales en mi  juventud andarina. Observo más humedad, más brillo y más masa forestal, por mucho que pontifiquen los farsantes del Cambio Climático. Esos que son los mismos incompetentes peligrosos que están dirigiendo el gobierno y esta crisis. Después de todo lo que está pasando y lo que estamos viendo ya nada será igual. Estoy seguro.
No estamos en un paréntesis, estamos en una frontera; y la  vamos a cruzar dentro de poco. Entre tanto hay gente que muere injustamente en el (supuesto) mejor sistema sanitario del mundo. Sí. Este de tu país que pagas a precio de oro (en realidad se lo pagas a otros: los que se cuelan ilegalmente, los que jamás, por ser unos condenados gandules, yonquis o vividores jamás han cotizado ni contribuido al bien común) y que con "sólo" 20.000 contagiados ya está dramáticamente colapsado y la gente se muere en ellos sin apenas asistencia, sin coger la mano de un familiar y sin más explicación.

Como cualquier otra persona tengo miedo. Más por mi familia (mis hijas, mis padres, mi esposa...) que por mí mismo. Y aunque desempeño una profesión en la que se me incluye en colectivos esenciales y alto riesgo de contagio (debería haberme dedicado a otra cosa, pero ahora, después de 30 años de labor, ya es tarde), no temo por mí. Pero he podido constatar que estamos dirigidos por auténticos  canallas. Cobardes, desalmados, perrilleros e inútiles. Soy funcionario de prisiones. Los presos están aterrorizados (por ellos y por sus familias), y nosotros también. Una mala combinación. Pasará -como en Italia o Francia, ahora mismo- algo muy grave. El gobierno es consciente, pero no hace nada. Va por detrás. Espero, también, los textos (blogs, postcats, facebook, twiter) de esas lumbreras progresistas y falsarias tipo profesor de universidad metido a economista (?) por obra y gracia del socialismo sectario de Iberia (exceptuando Portugal), con sueldos generosos que no merecen y que cuestan al contribuyente la parte de un riñón y hasta de un hígado, pontificar desde sus magníficas poltronas hogareñas, ahí en sus mansiones financiadas por tramposas mordidas y productivos colegueos con constructores, especuladores o emisarios de papá BONO. Sí. Ese millonario calvorota con melena implantada y cara de Sara Montiel que vive en Miami, lejos de los pobres e ignorantes manchegos que lo auparon a la fama.

Mientras, yo viajo por desoladas carreteras para ganarme el pan. Pagando un combustible a precio de oro y jugándome el físico y el alma para un sistema, el español, que hace aguas por todos los costados. A pesar de que a algunos ciudadanos proletarios (y vallecanos) hayan sabido tomarle el pulso certeramente a una ciudadanía ovina y bovina, pero bovina de estabulación, y se hayan hecho ricos con torticeras maniobras y metiendo a los  bancos muchísimo miedo. Yo jamás he sido, ni seré, tan inteligente. Por lo tanto, me tengo que conformar con lo que tengo y tirar para adelante. Pablo, Irene, Echenique y relativos: os deseo... Justicia retributiva, solamente eso. La violencia política y social que instalasteis en este viejo país con el dinero de dictaduras islámicas como Irán o dictaduras blandas, pero cutres, tal que  Venezuela; sin olvidar el país de referncia de todo socilaista que se preste: Cuba. Es mi blog y escribo lo que me da la gana. Fuisteis vosotros los que lanzasteis a unos ciudadanos contra otros. Sois vosotros los que os abrazáis con carniceros (Otegui), sois vosotros los que defendéis a personajes atrabiliarios y psicópatas como Lanza. Sois vosotros los que jaleáis y pagáis el abogado a los raperos de mierda que cantan que hay que matar a los Borbones. Aquí, sospecho, empieza vuestra caída.

miércoles, 4 de marzo de 2020

COFRENTES (CONFLUENCIA)

Los romanos lo bautizaron así. Llevados por la lógica aplastante (pero sencilla) de la geografía, allá donde vieron que los dos grandes ríos mediterráneos (el Júcar y el Cabriel-Sucrón y Capra, para ellos) se unían en una sola corriente, fundaron una población y, quizá, el antecedente de la airosa fortaleza que podéis contemplar hoy día. Y desde esta mágica confluencia (al fin y al cabo, los dos ríos son hijos de la misma sierra: Montes Universales) el Júcar se lanza, fiero, hacia su destino marítimo sobre las feraces huertas de Alcira, Sueca y Cullera, donde desemboca. Hoy, esa proverbial fiereza (peligrosa a lo largo de los siglos) se ve definitivamente contenida por el sistema de  ingenierías sucesivas que el complejo hidroeléctrico Cortes 1 y 2, Millares y Embarcaderos convierte al Júcar en un lago de montaña. No un lago que reclama contemplaciones bucólicas y poemas a la madre tierra, no; un lago de aguas traicioneras y aspecto severo en el que hunden sus raíces los poderosos cantiles que lo enmarcan y lo dirigen, manso pero gigante, hacia Tous. A partir de aquí ceden los montes y entregan las aguas a los meandros y cañaverales de un vasto llano aluvial. Toneladas de tierra fértil amontonada por los milenios.




El Júcar traza su bravo camino a través de los mantos calizos de este postrer rincón de la Meseta en el que se asienta Casas Ibáñez y su comarca. Alcalá  del Júcar, joya del turismo y las contemplaciones literarias de los fotógrafos guarda un último punto de civilización sobre la audaz revuelta que lanza al río a través de un cañón que progresivamente adquiere su condición salvaje y peligrosa, delicia de excursionistas y montañeros. Muy cerca ya del límite con Valencia (término de Jalance) los cañones se transforman en desfiladero, y el río fuerza su cauce por las entrañas del manto de calizas y dolomías del cretácico. De Oeste a Este esta descomunal grieta geológica saca finalmente al río hacia las amplitudes más amables del valle Ayora-Cofrentes que, de Sur a Norte, Almansa-Requena, desciende hasta los civilizados 300msnm de Cofrentes, que alza su fortaleza directamente sobre las calmas aguas del Cabriel, aquí generosamente engrandecido por las aguas que le cede, un poco más arriba, en el desaguadero de Basta el canal del Molinar, obra ciclópea de los años 50, donde trabajó mi abuelo con una mula y alguna que otra penuria vital.

             Son parajes bravíos y montuosos en la retaguardia de la civilización que representa Valencia. En la vanguardia de lo que al inmediato Oeste y subiendo cuestas, densos pinares y barrancos, es el comienzo de la extensa, en ocasiones anodina y muy poco amable llanura manchega. Aquí, en el corazón de los montes, siempre a la vista del río, los excursionistas encuentran su razón. Y caminan en soledad pensando en épocas remotas, cuando vivir era duro pero sencillo, y la escala inhumana de los abismos  encogía el corazón.

CONFINAMIENTO (N+1)

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