sábado, 23 de diciembre de 2017

EEUU Y EL GRAN CAÑÓN DEL COLORADO

Sé que es el Blog de las vicisitudes ibañesas; pero a fuerza de explorar, fotografiar, buscar algo interesante que decir sobre el municipio, pensar... pensar acerca de si, efectivamente, existe algo interesante que decir sobre esta culturalmente arrasada localidad, me produce una inmoderada fatiga. Está bien subirse por la tarde a la colina próxima que llamamos Cerro de SAN JORGE, que levanta su roma cocorota gris 70 m por encima del nivel medio de la llanura. Está  bien mirar y contemplar los perfiles de lejanas montañas y desear subirlas y ver otras que están más allá y que desde aquí no vemos. Pero a fuerza de repetir, el paisaje se erosiona dentro de la mirada del viajero; y así, deja de poseer el interés y la belleza que antaño le adjudicamos. A su manera, se trata de un paisaje domésticamente literario (no voy a decir bello); mas con las nuevas tendencias agrícolas de sembrar de hierro y aluminio hasta el último confín de la campiña (viñedos plantados a espaldera; huertos solares de dudosa eficacia energética), el territorio ha perdido su encanto. Toca fijarse en otros horizontes. CI es lo que es: un población socialmente yerma cerrada sobre sí misma, donde triunfa el sectarismo más gárrulo y una izquierda que no reparte más que miseria y atraso. Hay quien vive de ello y se ufana de  progresismo. Pero todos sabemos ya que se trata de una pose, un fraude, una impostura. Lo que se hace es militar en una cuadrilla de mamones y aprovechados que viven de los recursos de los  demás. Cuando llega la hora de los impuestos, allá por Junio, pienso en los 700 Euros que se me roba: una vacaciones en la costa con mis hijas, caravana en ristre. En consecuencia es hora de hablar y tratar de paisajes con más enjundia. ¿Probamos con los EEUU de América? Magnífico país. El  centro del mundo.

TRES MODOS DE MIRAR

 



martes, 19 de diciembre de 2017

INVIERNO

La personalidad climática de cada zona, región, población (incluso), viene dada en primer término por su posición en latitud: zona templada, subtropical, tropical, ecuatorial... Son conceptos que se estudian en geografía general y todo el mundo maneja. Después, como elementos igualmente determinantes tenemos el relieve, la altitud, la lejanía o proximidad al mar, la existencia de grandes masas boscosas etc. Y en último lugar (influencia actualmente exagerada por el histerismo interesado de los profetas del Cambio Climático) los focos de actividad humana, léase grandes urbes tipo Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, Sevilla...
                           Casas Ibáñez, colgado en un extremo de la Meseta Suroriental (extremo que apunta como una lanza hacia las atormentadas topografías de la Valencia interior), expuesto a los desecantes vientos del Norte y el Oeste (en invierno) y bendecido por las amables influencias  de un Levante que sólo llega hasta aquí y que dulcifica las noches del estío; víctima, como el resto del Sureste patrio, del fantasma de la desertificación (más por la avaricia agrícola mamporrera, enemiga de los árboles, que por la escasez de precipitación)... Casas Ibáñez y su entorno, con sus 400mm anuales de lluvia concentrados (si la cosa va bien) en los meses de primavera y otoño, representan el paradigma climográfico de la España interior: magras precipitaciones y temperaturas extremas. Otoños y primaveras breves acompañados de largos, extenuantes, bordes inviernos y veranos. 

                  La histeria colectiva sabiamente atizada por un colectivo de agentes políticos y funcionarios de la ONU que se llaman a sí mismos "científicos" (se suelen zanjar las argumentaciones en contra con esta coletilla: "lo dicen los científicos", sin que el que te lanza el condenatorio anatema sepa exactamente a qué grupo de científicos se refiere) ha calado tan hondo en la psique colectiva que cualquier fenómeno violento de la  naturaleza (terremoto, huracán, granizada o sequía) se cifra entre los efectos perniciosos de semejante estado climático global. Así, se olvidan convenientemente periodos de desgracias pasados (más dañinos y prolongados que el actual) y se hace ciencia el escasamente fiable aporte de la memoria: memoria colectiva, le llaman. Así, concluyo, esta plurisecular región del  Sureste, a la  que corresponde por su situación, como ya dije, una climatología cicatera y borde, se convierte por obra y milagro del histerismo en Noruega, Holanda o Normandía, lugares de enjundia climática y temperaturas amables.

El Invierno de la estepa adopta el rostro de la helada y la sequedad gélida. También del viento y los cielos de un añil vivo, en los que circunstancialmente se forman nubes en forma de lámina (estratos) que no prometen nada: sólo frío y más viento.

La Sierra de MARTÉS. 1081msnm. En el cinturón de montes valencianos. Al otro lado está Buñol, y un poco más allá... Valencia y el Mediterráneo.


La agricultura del hierro.


miércoles, 13 de diciembre de 2017

ACTUALIDADES (ESPAÑA, PAÍS EN OBRAS)


No es este un blog en el que se diriman asuntos políticos (de bajos y altos vuelos). Al menos esa ha sido siempre mi intención original. Sin embargo, a la luz de estos últimos tiempos que nos toca marear, y las cosas que están pasando (el asunto catalán y todas las derivaciones que lleva aparejadas: la debilidad de un gobierno esencialmente corrupto, dirigido por pusilánimes e incompetentes -Rajoy y toda su banda-; la de unos tipos, los separatistas, cuyo desprecio por todo lo español, incluida la gente que formamos la ciudadanía española, es decir: la Nación, les lleva a no detenerse ante nada ni nadie con tal de cumplir su suicida objetivo; el terrorismo islámico y la aparente contemporización o comprensión, si no manifiesta simpatía, hacia el fenómeno de buena parte de ese millón de musulmanes asentados en el país, la ya rampante crisis energética propiciada por unas políticas cobardes que desprecian la energía nuclear en favor de las ineficaces, caras y especulativas renovables...) Las cosas que están pasando, me llevan a salir temporalmente de los asuntos locales (en realidad, ya casi nada lo es) y analizar... comentar, más bien, asuntos de una lejanía relativa a este reducido, endogámico, pobre, culturalmente irrelevante y sectario universo ibañés.





Cliquea el siguiente enlace:
MANIFESTACIÓN PACÍFICA- LEY MORDAZA
                                                                                     

España es un país donde por llevar la bandera de este mismo país te pueden multar (caso de Cataluña, si la llevas en el taxi o la pones en tu comercio) o propinar una paliza, como es el caso de la  noticia que pretendo reseñar. Se pueden llevar banderas sin contenido jurídico o legal,  entelequias de un grupo de soñadores o iluminados peligrosos: tal serían la ikurriña  en su vertiente filo terrorista, o la famosa estelada, que no es más que una burda copia de la de Cuba. Banderas... símbolos que muy al contrario del común, la bandera de España, simbolizan emociones, representaciones, realidades espurias: supremacía, xenofobia, odio, fronteras... 
España es ese país donde un tipo de 60 años, exlegionario, que gusta de vestir unos tirantes del color de la bandera, su bandera, es apaleado hasta la  muerte por los adalides del pacifismo fatuo de izquierdas: una pose social como cualquier otra, un fraude, una impostura que ya nadie se cree. Porque esos mismos tipos, podemitas al uso, excrecencia inesperada del legado ZP en el seno del socialismo patrio; esos mismos tipos que continuamente practican la algarada en favor de una emancipación de las masas oprimidas (como si las hubiera), que consideran la democracia un coto privado en el que el resto, los que ni pensamos ni vivimos adocenadamente (como ellos) y somos susceptibles de la redención violenta (la practicada por ellos), consideran  que el Estado y la Ley se deben inhibir ante su sagrada misión democratizadora. ¡Valiente impostura! 
Estos tipos amamantados en el furor de la Zeja y la bilis que derramó sobre España (y que nos ha convertido, prácticamente, en un estado fallido, de ahí el título del post: "País en Obras"), que propinan palizas terapéuticas a aquellos que. clínicamente, definen como fachas (el pobre tipo, sexagenario, que lucía sus tirantes al modo de legionario retirado) son los que, astutamente, vociferan con indignación porque el Estado que pretenden destruir se protege legítimamente con leyes que indicen en convertir en delito el odio, la violencia sorda, pero efectiva de un piquete de huelga o una agresión (un ladrillo, un escupitajo, una patada) contra un policía.
Son tribus urbanas y sociales (aquí también las hay, aunque no se pueda hablar aquí, precisamente, de entorno urbano) que profetizan la emancipación de un pueblo (el Pueblo) que sólo existe en sus enfermas y fracasadas cabezas. Se trata de individuos y facciones del socialismo real que viendo fascistas por todos lados son los que, paradojicamente, asumen intelectualmente, y practican, el fascismo más irredento, aunque no menos cutre y estéticamente burdo.
La estética... La ética y la estética, palabras que a mi juicio van siempre de la mano. Mirad al tipo de la foto: pañuelo palestino, herrajes varios con vaga intención postmodernista, cara de imbécil que pretende ser de buena persona... Militante modelo de la Era ZP, que aún sufriremos -conviene no olvidar por qué hemos llegado aquí- durante décadas. Podemita al uso que predica el pacifismo (que no es lo mismo que la Paz) mientras te estruja el cuello o te hace un escrache acusándote de lo que sí que es él: un insufrible, cutre, fascista: el comunista fracasado del S. XXI.




lunes, 11 de diciembre de 2017

AÑO HIDROLÓGICO (CASAS IBÁÑEZ Y LA SEQUÍA)


[Interesante y genial artículo sobre el CAMBIO CLIMÁTICO, los osos polares que mueren de viejos (como si necesariamente tuviesen que ser inmortales) y la sobreactuación histérica (para algunos, interesada)]





El cambio climático es como la ideología de género, dogmas que no admiten contestación, no  importa el rigor intelectual con el que se analice: el dogma proclama un apocalipsis y la humanidad es necesario que acometa la penitencia del retorno a la edad media y abandonar toda esperanza de progreso. (Lo realmente curioso es que esta ideología del desastre es promovida hasta la náusea por fuerzas políticas que se auto titulan "progresistas"; curiosamente, digo, esas que hasta hace muy poco presentaban como modelo social infalible a la extinta Unión Soviética, país del que todo el mundo conoce sus excelencias medio-ambientales).

                 Algunos expertos en la  retorcida competencia del agip prop (que es la facultad de mantener a la gente permanentemente cabreada), profesores de universidad de generosos sueldos, políticos profesionales (es decir, incompetentes vitales eternos) y cualquier otra ralea de vividores y expoliadores del esfuerzo y ahorro ajeno, pretenden hacernos  creer que esta depauperada parte de España es o debe ser Noruega: cielos nublados 9 meses al año y dos mil litros de precipitación. No, amigos, esto es la Península Ibérica, algunos miles de Km al sur de Escandinavia, entre los paralelos 36 y 44 de la zona templada, muy próxima al trópico de Cáncer y a las terribles extensiones del rey de los desiertos: el  Sáhara. Sólo una estrecha franja, muy al Norte, del Finisterre al Golfo de Vizcaya, se acerca a esos supuestos idílicos paisajes de Noruega: 1260 litros al año; Santander, ppor ejemplo. El resto, toda esa inmensa fortaleza de tierra llana que se extiende hacia Cádiz y Almería tras la barrera de los Picos de Europa, es tierra enferma de sed en la que jamás se recogen más de 500 ó 600 mm de precipitación al año. Y si nos vamos, hacia el Sureste, buscando las plácidas riberas mediterráneas, ni siquiera alcanzamos los 400, que es lo que aquí corresponde por nuestra particular posición. 



                  Están los años que caen 500 (o incluso más de 600; recuerdo el año 1997, en el que se recogieron casi 700mm, y el POCICO SALAO comenzó a manar a raíz del campo, camino adelante hasta anegar un barbecho entero), y luego están los años en los que si llegamos a los 300 es mediante milagro. Son ciclos climáticos propios de la Iberia seca, que nos abocan, siempre, a la peligrosa frontera de la zona semiárida o árida genuina: continentalidad, amplitud térmica exagerada (o mucho frío o mucho calor) y escasez de precipitación. Esto es lo que la  geografía real, la Ciencia, afirma sobre este territorio extenso y agrícola, demográficamente pobre y culturalmente abandonado.

                     Luego, en una realidad paralela, están los debates y los tipos que, unos cuantos euros de por medio, rentabilizan el miedo y las preocupaciones de la gente. Que nos toca vivir en un ciclo de sequía y calor...! Pues nada: organizo unas conferencias sobre el apocalipsis climático provocado por el capitalismo y el desarrollo industrial y saco un dinerillo extra al tiempo que me hago famoso. Incluso puedo fundar un partido político de descontentos y hacerme con el control de una población entera.

                     Ironías aparte (aunque podría señalar con  nombre y apellidos a quienes se dedican a estos menesteres: políticos fracasados, profesores universitarios haítos de aburrimiento, artistas de medio pelo y tipos sin ocupación ni título conocidos pero que son duchos en el  manejo del lenguaje simbólico), la Historia nos demuestra que ha habido periodos más calurosos y más secos que el que vivimos. La series que hoy se manejan parten de 1970, época en la que en España se sucedieron años muy fríos de grandes nevadas invernales y abundante precipitación en Primavera y Otoño. Como la memoria humana es selectiva, el paisanaje de cierta edad, abuelos y padres, aquellos que tenían 20 25 ó 30 años en el inicio de aquella década, recuerdan con nostalgia los muñecos de nieve, las cosechas tardías y los pozos y manantiales que jamás verían sus caudales secos, como hoy ocurre, por desgracia.
               


CONFINAMIENTO (N+1)

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