martes, 22 de septiembre de 2009

LAS LLUVIAS DEL FINAL DE VENDIMIA (II)


Red lagunar en el Arroyo de la Cañada. Proximidades del Pinar de la Calera, 4 km al Este de Casas Ibáñez. Octubre de 2008.
Esta mañana, precisamente, he hablado de vendimia; de lo que supone como señal inequívoca de llegada del Otoño y el esperado regalo de sus borrascas... Empiezo así esta última entrada de Blog porque acabo de llegar del campo, donde he estado ayundando a Felipe y su cuadrilla a vendimiar por espacio de una hora. Finalmente, el gigantesco acúmulo de nubes que se estaba formando sobre las montañas de Utiel y Requena ha terminado por descargar aquí. Pero esta tarde no era el cúmulo-nimbo solitario que se formó ayer justo encima de Casas-Ibáñez: se trata de un fleco lateral de la profunda borrasca que ha fijado su ciclónica actividad entre Baleares y el Cabo de San Antonio. De modo que nos hemos venido todos, yo he quedado bien y puedo seguir escribiendo al abrigo de este techo y los colores cálidos de mi despacho. ¡Qué ventajas nos ofrece la Civilización y esta vida de pequeño burgués tan denostada por marxistas irredentos! Puedes escribir lo que quieras y contra el que te de la gana que no te meten en la cárcel ni te deportan a Siberia.
Esto último me trae a la cabeza la pantomima de Juanes y Miguel Bosé en Cuba (y he aquí mi primera intervención de tono político en el Blog). Con vistosa muñequera de Nike (¿le habrán pagado por publicitar?), ropa cara y fresca y zapatillas de marca, estos dos adalides de la paz humana, le hacen el enorme favor al régimen de apaciguar por él a las masas aburridas, y tensas, por medio siglo de tiranía y mediocridad. ¿Habrán costeado ellos el concierto? ¿Habrán dormido en las miserables casas de los apartados, de los señalados, de los desahuciados por causa de la Libertad? Mucho me temo-cosa que no sorprende entre la progresía reinante-que el Hotel de seis estrellas que habrán tomado para toda su progre y artísitica troupe, habrá recibido más que nunca las visitas de los prebostes del régimen, muy preocupados por agasajar a estos insustituibles aliados. Habitaciones de lujo, servicio profesional y sumiso y productos de primera calidad... ¡Oh, dioses! ¿Vendréis en vuestros jets, también a mi país, a predicar la buena nueva del cambio climático?
Los paisajes, menos mal, no entienden de consignas. Se limitan a ver pasar con indiferencia la patética procesión humana de la impostura a través de los siglos. El pinar que los últimos doscientos años ha resistido el viento y la arena es cortado sin piedad por el agricultor codicioso; la colina de piedra desnuda que asoma como un cachalote sobre el océano de la campiña es reducida a escombros por ese constructor al que se le concede una licencia de explotación de cantera... Pero el viñedo de hoy puede ser un erial mañana, los sembrados de cereal son arrasados por la inundación o el granizo, las calles levantadas y los puentes hundidos. Cierto más que nunca que necesitamos un renovado compromiso con la tierra que nos sostiene, pero ¿no es precisamente esto el progreso tecnológico? ¿Obtener más de lo escaso sin causar el menor trastorno? Si volvemos a la jaima o a la selva (utopías peligrosas que anidan por esas cabezas progresistas: le llaman decrecimiento), adiós a todas las conquistas que el desarrollo económico ha supuesto para toda la Humanidad. Adiós a la Justicia, a la Libertad, a la Información, a la Educación y a una Sanidad al servicio del ciudadano. Adiós a las oportunidades de mejorar uno mismo por su solo esfuerzo y con su sola inteligencia.

2 comentarios:

  1. Nada Juan, que no paras de picar el billete.
    Voy a utilizar sólo 12 líneas (que tú te enrollas y enrollas y por eso de que te gusta la montaña, sales por los Cerros de Úbeda, je, je):
    Entiendo por decrecimiento, un nuevo estilo de vida justo con la Naturaleza y con el resto de personas humanas, especialmente las más empobrecidas a las que les falta lo esencial. Sus bases son la eliminación del consumo superfluo de materiales y energía, y la redistribución de los recursos naturales de la Tierra en favor de los más empobrecidos/as". Lo deseo y estaría dispuesto a sacrificarme para conseguirlo. Está más que comprobado que, a partir de cierto punto, consumir más no nos hace más felices, todo lo contrario.

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  2. Hola, Goyo:

    Sabias palabras las tuyas, desde luego; plenas de valentía, compromiso y buenos sentimientos. No puedo por menos que estar de acuerdo contigo en que este materialismo desenfrenado que acabamos de "saborear" en la ya pasada cresta de la ola económica no da la felicidad: aunque está claro que la contención que sigue en el espacio entre crestas mucho menos... El problema en el concepto "decrecimiento" está en ver quién tiene autoridad moral para decirle a la gente cómo debe vivir y qué cosas debe poseer o no poseer. ¿Sacrificaremos la Libertad por una pretendida justicia redistributiva liderada por no sé qué grupo de líderes, políticos, sabios o lo que sea? Me da miedo sólo pensarlo. Creo firmemente que el liberalismo económico siempre es capaz de regularse y amoldarse al ritmo de las sociedades que lo practican, aun soportando crisis, revoluciones y cosas por el estilo.

    Gracias por escribir y un abrazo.
    PDTA. Me gustaría algunas palabras sobre las fotos y estos paisajes de discreta belleza que ambos disfrutamos.

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