LAS DOS TIERRAS (II)

Hablaba de sinsabores y depresión... Todo ello en una combinación fatal de parálisis, provocada por la falta de expectativas, y furia: motivada ésta por la injusticia que significa la arbitrariedad carroñera de los poderosos. Los mismos que predican la austeridad y la penuria como fórmula contra la crisis, se construyen mansiones de dos millones de euros (Cospedal y su rico marido, en Toledo, por ejemplo). Émulos de baja estofa de Emperadores y Monarcas del Siglo de Oro español, pretenden convencernos a fuerza de resignación... Pero lo más sangrante del asunto es que toda esta pléyade de bellacos y señoritos absentistas no poseen ni el carácter ni la claridad de ideas y objetivos que aquéllos que con denodado esfuerzo construyeron las esencias del Estado Moderno y posibilitaron el Renacimiento de Occidente. 

                   España, que ya es un país excesivamente fatigado por su paso en la Historia, nos ofrece en sus diversas geografías una pluralidad de estampas dignas del más fino, hábil y sin embargo carente de pretensiones pintor metido a literato. El observador silencioso de las estepas o la inmensidad mediterránea: ese discreto personaje que igual se sube a un altozano en mitad de la campiña, que desde la montaña que hunde sus raíces en los acantilados se asoma a los benéficos abismos de la Tierra.

Foto 1: Playa de Torre La Sal, mirando hacia la Sierra de Irta.

Fotos 2 y 3: Les Agulles de Santa Águeda de Benicassim, en la subida al Bartolo.

En la llanura, tierra adentro, la inmensidad se traduce en la anchurosa ventana de los cielos, abierta como un lienzo a la benéfica pintura de las nubes. El observador silencioso celebra esta fractura en la rutina del universo estepario, e imagina mensajes ocultos en las formas. Los epígonos del verano se anuncian con tormentas y atmósferas dramáticas que mitigan la uniformidad depresiva y el calor.

AQUATIC, de E-NATIVA. Hablando del mar en las orillas esteparias de la Serranía de Cuenca.